El inquilino del Palacio no es un buen samaritano, como no los quieren describir. Sus motivos son otros, perpetuarse en el poder a través de la llamada Cuarta Transformación.

El gran tlatoani confesó desde el pulpito del Salón de Tesorería los motivos reales de su política social, en donde el chantaje es pieza crucial para apuntalar su proyecto de nación.

“Ayudar a los pobres no es un asunto personal, sino de estrategia política”, confesó el presidente Andrés Manuel López Obrador. Incluso, subrayó que su proyecto se inclina por el auxilio a los más desprotegidos, porque con eso “se va a la segura” ante cualquier intento de desestabilización.

“No hay nada que compense o que se equipare con la satisfacción que produce, la dicha que produce ayudar a la gente humilde, a la gente pobre, ni todo el oro del mundo vale eso”, enfatizó el hijo favorito de Macuspana.

“Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya sabe que cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos, no así con sectores de clase media ni con los de arriba, ni con los medios ni con la intelectualidad. No es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”, reiteró el mandatario.

Durante la homilía de este día en Palacio Nacional, el líder supremo mostró, nuevamente, su enfado hacia periodistas e intelectuales que lo critican; según el presidente, dichos personajes fueron de los principales beneficiaros del período neoliberal.

Incluso, los calificó como actores políticos en declive, “ya no tienen la relevancia de tiempos pasados”, dijo; y, remató con las siguientes palabras: “ya no tienen ni la importancia política ni la creatividad de antes, porque también, como decía ese crítico ruso, Bielinsky, cuando un hombre se entrega por completo a la mentira pierde hasta la imaginación y el talento”.

Pero no quedó ahí, para sustentar lo dicho, Andrés Manuel López Obrador dio una “cátedra” de historia” y recordó el caso del asesinato del presidente Francisco I Madero.

“Un hombre bueno, un santo que quería que se estableciera una auténtica democracia en nuestro país, que se garantizaran las libertades, se adelantó muchísimo a su tiempo, pero predicaba en el desierto y con lo que podía llevar a cabo su plan, que no era fácil, la condición era el que se apoyara con los campesinos, con el zapatismo, para afianzarse y enfrentar al antiguo régimen, porque imagínense 34 años de poder del porfiriato, ¿cómo se enfrenta eso? Una cosa muy complicada en todos los sentidos. El conservadurismo estaba en su apogeo, el militarismo, la represión, el autoritarismo, el clasismo, el racismo, entonces sí era algo muy complicado, sólo con esa alianza (con el pueblo) podían, y no iba a ser fácil, hacer realidad su sueño democrático”.

Así, confesó, él aprendió de esa lección, la cual debería servir “para todo el que quiera llevar a cabo una política de transformación: se debe contar con base social, de apoyo, de respaldo, si no, no funciona”.

Recordemos.

El lema de campaña de Andrés Manuel López Obrador desde el 2006 ha sido “por el bien de todos, primeros los pobres”.

La pobreza en México

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2018, en México había 52 millones de pobres. Y ya para 2020, los pronósticos de esta agencia latinoamericana para México no eran mejores: "México tendrá la cuarta proporción más alta de población en pobreza de América Latina y el Caribe a partir de 2020", estimaba. Esto equivale a 55.6 millones de personas en situación de pobreza.

Dicha agencia tiene en cuenta dos razones: "La contracción del Producto Interno Bruto (PIB) del 9 por ciento, debido a la pandemia, y el hecho de que México ofrece el cuarto estímulo fiscal más bajo de los países de América Latina y el Caribe, estimado en 1.1 puntos del PIB". Para este 2022, la misma institución calcula que los pobres en México serán 58.1 millones, o sea, 2 y medio millones más que hace dos años y 6,1 más que al principio del mandato de López Obrador.